Un palacete modernista rodeado de jardines exuberantes se convierte en el escenario perfecto para una escapada en familia. El Hotel Villa Retiro, único cinco estrellas de las Terres de l’Ebre, combina historia, confort y alta gastronomía en un entorno que respira naturaleza. Un lugar donde viajar en familia también puede ser sinónimo de elegancia, tranquilidad y experiencias para los cinco sentidos.
Situado en Xerta, en pleno corazón de las Terres de l’Ebre, el Hotel Villa Retiro ocupa un edificio modernista de finales del siglo XIX. Fue construido como casa de recreo de una familia adinerada de la zona y, tras un cuidadoso proceso de rehabilitación, se ha transformado en un exclusivo hotel de cinco estrellas. Sus muros esconden historias de otra época, pero al mismo tiempo ofrecen todas las comodidades de un alojamiento de lujo contemporáneo.
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El ambiente que se respira nada más cruzar su puerta es el de la calma, con un trato cercano y personalizado que hace que los huéspedes se sientan parte de la casa. Para las familias, este equilibrio entre tradición y modernidad resulta especialmente atractivo: los adultos disfrutan de la elegancia del lugar, mientras los niños encuentran espacios abiertos y seguros donde moverse con libertad.
Jardines que invitan a perderse
Uno de los mayores atractivos del Hotel Villa Retiro son sus jardines, una auténtica joya paisajística que rodea el edificio. Caminos sombreados, fuentes, rincones con bancos y una vegetación frondosa crean un entorno de cuento donde pasear a cualquier hora del día.
Para los niños, recorrer estos jardines es como entrar en un pequeño bosque lleno de sorpresas: estanques con peces, árboles centenarios y un sinfín de flores que cambian con las estaciones. Los padres, mientras tanto, pueden relajarse en los caminos tranquilos o aprovechar para hacer fotografías familiares con un marco natural incomparable.
Los jardines se convierten también en el escenario perfecto para eventos o celebraciones, pero sobre todo para desconectar del ritmo diario. Aquí el tiempo parece detenerse, y las familias pueden vivir la experiencia de “viajar sin prisas”, disfrutando de los pequeños detalles de la naturaleza.
Una piscina para disfrutar en familia
En el centro de los jardines se abre paso la piscina exterior, rodeada de palmeras y tumbonas. Es un lugar perfecto para pasar las horas durante los meses más calurosos, con un ambiente elegante y relajado que no renuncia a ser familiar.
Los niños encuentran aquí un espacio donde jugar y refrescarse, mientras los padres pueden descansar en las hamacas, leer un libro o tomar algo en la terraza. La piscina está diseñada para combinar estética y comodidad, por lo que resulta igual de atractiva para un baño familiar que para un momento de desconexión en pareja.
Suites: elegancia y confort
El hotel dispone de diferentes tipos de habitaciones, pero las suites son, sin duda, su propuesta más exclusiva. Amplias, luminosas y decoradas con un estilo clásico y con su propio jardín privado, ofrecen todas las comodidades necesarias para una estancia de lujo en un edificio anexo al principal.
Las familias valoran especialmente el espacio extra y las comodidades como baños amplios, camas confortables y zonas de estar donde poder descansar todos juntos. Algunas suites cuentan con bañera exterior en lel jardín privado lo que añade un plus de conexión con la naturaleza.
Alta gastronomía con estrella Michelin
Uno de los grandes motivos para alojarse en el Hotel Villa Retiro es su restaurante gastronómico, galardonado con una estrella Michelin y dos Soles Repsol. La propuesta del chef Fran López, originario de Xerta, es un homenaje al territorio y a los productos de proximidad, reinterpretados con una visión creativa e innovadora.
La cena que se sirve en este espacio es toda una experiencia sensorial. El menú combina sabores de mar y montaña, ingredientes del Delta del Ebro y técnicas contemporáneas que sorprenden a cada bocado. Los aperitivos se convierten en una antesala lúdica y sorprendente, mientras que los platos principales muestran la esencia del Mediterráneo con un guiño a la tradición local.
Para las familias, este momento se convierte en una oportunidad de introducir a los más jóvenes en la alta gastronomía de forma natural: descubriendo nuevos sabores, aprendiendo a valorar la estética de los platos y comprendiendo que detrás de cada elaboración hay creatividad y respeto por el producto.
Un menú que es un viaje

Los aperitivos con productos de la tierra como arenque, ostra o mejillón se sirven sobre un mapa que representa las 4 comarcas de las Tierras del Ebro.
El menú degustación servido en el restaurante del hotel merece un capítulo aparte. Se trata de una propuesta diseñada para emocionar, donde cada pase es un relato que conecta con la memoria, el territorio y la innovación.
Los aperitivos juegan con texturas y sabores inesperados, perfectos para abrir el paladar y despertar la curiosidad. Entre los platos principales destacan los pescados frescos del Delta, el arroz reinterpretado en clave creativa y carnes cocinadas con técnicas modernas que realzan su sabor. Los postres, por su parte, no son un final, sino un clímax dulce que completa el viaje.
Los maridajes con vinos de la zona refuerzan la experiencia, ofreciendo a los adultos la posibilidad de descubrir variedades autóctonas y nuevas interpretaciones enológicas. Para los niños, el restaurante ofrece alternativas adaptadas, demostrando que la alta cocina también puede abrirse a los más pequeños de la casa.
Actividades y entorno
Más allá de las instalaciones del hotel, el entorno de Xerta y las Terres de l’Ebre ofrecen una gran variedad de planes familiares. Desde excursiones en bicicleta por el Delta, birdwatching en los miradores de flamencos, visitas a molinos de arroz o paseos por pueblos con encanto como Miravet. El hotel se convierte así en una base perfecta para combinar descanso y exploración.
Además, el personal del hotel está preparado para asesorar sobre actividades adaptadas a familias, lo que facilita organizar cada jornada según las necesidades de los viajeros.
Alojarse aquí es descubrir que el lujo y el turismo familiar no están reñidos. Al contrario: se complementan en un viaje donde los adultos encuentran descanso y placer, y los niños aprenden a valorar el patrimonio, la naturaleza y la gastronomía de calidad.