Hendaya y Anglet comparten un ambiente relajado y de bienestar, unas preciosas playas de arena fina y sobre todo, el surf.

Ideales para disfrutar de unas vacaciones familiares en azul y verde -mar y naturaleza- en estas localidades que son, geográficamente, la primera y la última de la costa del País Vasco Francés, la Côte Basque.

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Iparralde, el País Vasco Francés, y más aún Lapurdi (Labourd), su franja litoral, reúne todo el encanto que le hace ser uno de los destinos preferidos dentro de la propia Francia, denominado como Côte Basque. Para los españoles, su proximidad es una ventaja. Hendaya es la más cercana. Comparte la desembocadura del río Bidasoa con Hondarribia y es habitual cruzarse con habitantes del otro lado de la frontera durante los largos y magníficos recorridos por el paseo marítimo, o por la misma playa.

 

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Anglet está a sólo treinta minutos en coche y, más allá del “ángulo” que le da nombre por la forma en que lo limitan el océano y el río Adour, se extienden Las Landas. Son pues Hendaya y Anglet, principio y fin (o a la inversa), de la costa vasco francesa. Además de esta circunstancia les une el ambiente tranquilo y familiar, una sensación de bienestar contagiosa, buena gastronomía de productos locales, unas playas de arena fina estupendas, actividades en la naturaleza y el surf

 

 

Playas, surf y la Abbadia

 

 

Además de quienes buscan buenas playas para unas relajadas vacaciones familiares, Hendaya atrae también a numerosos windsurfistas y a los principiantes en la práctica del surf, o a quienes prefieren disfrutar de unas olas suaves y sin riesgos. Precisamente por este motivo la llaman la pista verde del surf. Alrededor de una docena de escuelas tienen un magnífico lugar de enseñanza en los tres kilómetros de la playa de Ondarraitz donde, especialmente en época de vacaciones escolares, es fácil ver a numerosísimos niños iniciándose en el surf.

Al final de esa playa se encuentran las dos llamativas y singulares formaciones rocosas emblema de Hendaya: Los Gemelos (Les Deux Jumeaux) y, majestuoso sobre el escarpado acantilado, el Château Observatorio Abbadia, impresionante castillo Monumento Histórico Nacional y propiedad actualmente de la Academia de Ciencias de Francia.

 

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Pero es la Oficina de Turismo de Hendaya quien organiza las visitas (guiadas en castellano en verano y Semana Santa) a este edificio que fue encargado construir, en la década de 1860, por Antoine d’Abbadie. De ascendencia irlandesa, Abbadie fue viajero, apasionado de la geografía, la astrología y las culturas del mundo. Muy importante fue su exploración de Etiopía, de donde diseñó el primer mapa cartográfico.

Y si el exterior del Castillo Abbadia es llamativo, entre otras cosas por su ubicación y estilo neogótico, el interior, de decoración orientalista y art Noveau, resulta fascinante y una auténtica caja de sorpresas: entre ellas un observatorio astronómico. Sin duda un lugar mágico para conocerlo con tranquilidad.

 

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El destino Hendaya, que tiene el reconocimiento del prestigioso sello “Famille Plus”, ofrece también visitas y actividades especiales enfocadas a las familias en el Observatorio Abbadia, especialmente de la mano de su mascota “Nilo” el cocodrilo vigilante del castillo y su juego de pistas para los niños, que se puede disfrutar en cualquier momento del año.

 

 

Panorámicas desde el mar

 

 

Alrededor de Abbadia hay una impresionante finca, un paraje de naturaleza salvaje de 66 hectáreas de extensión, testigo de la historia geológica de la costa vasca desde hace 80 millones de años: entre ellos las impresionantes formaciones rocosas en estratos verticales que son los flysch; y acantilados, riachuelos y preciosas vistas al mar y la montaña. Para conocerlo más y mejor está Asporotsttipi, la Casa de la Cornisa Vasca, un antiguo caserío renovado, hoy centro de interpretación de la naturaleza, con interesantes exposiciones y paneles interactivos para conocer la riqueza del entorno.

 

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Otra forma de disfrutar de esta parte de Hendaya, y de todo su litoral desde otra perspectiva, es a bordo de L’Hendayais II que, capitaneado por François Fontainhas, parte del puerto de Hendaya-Sokoburu para realizar interesantes paseos que recorren tanto la costa francesa como la española y que llegan hasta la playa de Loia, de arena blanca y flanqueada por una impresionante pared de pizarra rosa.

Se pueden también observar con detenimiento las rocas de Los Gemelos, antiguamente unidas a los acantilados, de las que cuenta la leyenda que un día Basajaun -el hombre de los bosques en la mitología vasca- estando en las Peñas de Aia intentó tirar desde allí una roca para destrozar Bayona. Pero se tropezó y la roca se le escapó, cayendo junto a la playa de Hendaya y rompiéndose en dos…

 

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Otra vez en tierra, vale la pena recorrer el casco antiguo de Hendaya, con sus pequeños comercios como la en todos los aspectos deliciosa chocolatería artesanal “Au Manoir des Arômes”, las tiendas de productos locales especializadas en quesos, o la recientemente abierta librería “La Grande Illusion”, un precioso espacio abierto a la curiosidad lectora.

 

 

Tradición, artesanía y gastronomía

 

 

Cerca, en la misma Plaza de la República y frente al Ayuntamiento está la iglesia de San Vicente. Originariamente del siglo XVI, pero varias veces destruida y reconstruida, destaca por su bonito interior con vidrieras, la galería de madera tradicional de las iglesias vascas, las estatuas y un crucifijo del siglo XIII. Alberga un magnífico órgano y no es inusual poder disfrutar de uno de los numerosos conciertos que se celebran allí a lo largo del año, con una muy buena acústica.

 

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En Hendaya también se pueden encontrar artesanos únicos, como Fernando Zapirain, creador de magníficas “makilas”, los centenarios bastones tradicionales vascos de madera de níspero, que se utilizaban antiguamente para caminar, pastorear o guiar al rebaño, o para defenderse. Hoy, gracias a Zapirain Makila, son un regalo valioso y precioso, una artesanía diferente y especial.

 

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La cuestión gastronómica queda así mismo muy bien atendida en esta primera localidad de la Cornisa vasco francesa, tanto en chiringuitos de playa como Cabane Bidaia, con sorprendentes propuestas en su menú de calle, a la vez que se disfruta de un ambiente distendido y cómodo si se va con niños; o locales en pleno auge. Como es el caso de La Vinotek, que ofrece una cocina refinada pero auténtica, elaborada íntegramente con productos de temporada. Su gran orgullo es su bodega de madera, que ocupa el espacio central del restaurante, con numerosas referencias de vinos adecuados para acompañar cualquier plato.

La Braserie del Hôtel de Paris tiene, además de también una excelente cocina, la particularidad de estar ubicada en un emblemático edificio recientemente restaurado en el corazón de Hendaya y típico de la denominada arquitectura neovasca. El mismo estilo que alberga al Relais Thalasso Hendaye, famoso por su centro de talasoterapia Serge Blanco. Este establecimiento, todo un clásico, es una auténtica isla de relajación frente a la playa con más de 300 metros cuadrados, piscina climatizada, sauna, hamman y tratamientos de belleza y bienestar.

 

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Un lago privado y once playas

 

 

De camino desde Hendaya a Anglet, antes de llegar hacia la zona litoral de esta última, bien merece una parada el Hotel Brindos, Lac et Château, una joya arquitectónica en un antiguo edificio estilo château de inspiración hispano-morisca, renovado hace poco más de un año y al que se le han añadido diez cabañas flotantes en su propio lago privado, a las que sólo se puede llegar en pequeñas barcas eléctricas.

 

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Si no se tiene la oportunidad de alojarse en este fantástico y original cinco estrellas, sí que es una buena excusa para visitarlo ir a su Chocolaterie Cazenave y saborear su chocolate caliente español con un toque de flor de sal y chantilly de vainilla…, junto con deliciosos pasteles caseros. A la vez que desde el coqueto salón se disfrutan las vistas al lago.

Una vez en Anglet, junto al mar en cualquiera de sus once hermosas playas abiertas al océano, empieza a generarse el estado de tranquilidad y bienestar que envuelve a este destino que, más que otra cosa, se siente como un espacio de vida natural.

 

 

Paraíso surfero

 

 

En Anglet el surf es omnipresente, y la filosofía y forma de vivir de este deporte se transmite fácilmente en la denominada “pequeña California”, un auténtico paraíso para los surfistas que goza de renombre internacional. Allí reside la surfista olímpica Pauline Ado, que probablemente como embajadora de Anglet la encumbrará más en el mapa durante los próximos Juegos de 2024.

Y allí, en el paseo marítimo, se inauguró en 2018 un original Hollywood Boulevard en versión surf con las huellas de seis leyendas de este deporte, que hoy son ya 17 y aumentando… También la romántica playa Chambre d’Amour acoge todos los meses de agosto un evento único: Anglet Night Surfing, en el que surfistas de todo el mundo cabalgan las olas iluminadas por grandes globos.

 

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Pero si hay algo que identifica aún más a este destino con el surf son sus originales pasos de cebra: las tradicionales rayas blancas y negras han sido sustituidas, cómo no, por tablas de surf.

Pero no todo es surf o sólo surf. Aunque por las amplias playas de fina arena en las que se distribuyen hasta quince escuelas de surf sea habitual el tránsito de tablas, o en el mar los puntos de color sobre las olas, las actividades para disfrutar al aire libre en Anglet son numerosas. Facilitadas entre otras cosas por su propia estructura, diseminada y sin alturas, que invita a la relajación, con una situación ideal entre el mar y el bosque.

 

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Amar las cosas buenas

 

 

Como los propios “angloys” afirman, en su ciudad se aprende a amar muy pronto las cosas buenas, como disfrutar de un buen helado al lado del mar o del típico gofre “rediseñado” de Glacier Txomin, o de un recorrido por el cómodo litoral en las aún más cómodas bicicletas eléctricas, o un paseo nocturno por los senderos costeros a la luz de las estrellas.

El entorno rodeado de naturaleza de Anglet propicia un ambiente agradable y familiar. Además de disfrutar del mar y las playas, a cuya vigilancia se dedica especial atención, todas ellas están conectadas por un extenso carril bici donde es habitual ver versiones eléctricas que se pueden alquilar en Bicicletta, que cuenta con más de 300 modelos de gama alta.

 

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Y es que en bici se pueden recorrer los cuatro kilómetros y medio de playas a través del Boulevard des Plages y pasear por los acantilados, con rutas que suman casi 18 kilómetros y que atraviesan los bosques de Pignada (el pulmón verde de Anglet) y Chiberta, así como el mirador escultórico Love Tower, desde donde se dominan los acantilados de Cap Saint Martin y se disfruta de estupendas vistas.

 

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En Chiberta se encuentra otro de los atractivos de Anglet: el Hôtel Chiberta, un clásico que se levanta en medio de un campo de golf considerado uno de los mejores del País Vasco Francés. Construido dicho campo sobre un lecho de arena frecuentemente azotado por la brisa marina -lo que permite el juego durante todo el año-, dota a su vez al paisaje de una personalidad propia.

 

 

Recomendaciones gastronómicas

 

 

En Anglet son famosos los bares y restaurantes de su litoral. Unos, como el Lieu des Pêcheurs, en la legendaria playa de Chambre d’Amour, dispone de una estupenda terraza desde donde disfrutar de la puesta de sol, a la vez que una deliciosa cena a base de productos locales, especialmente frutos del mar.

 

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Otros son chiringuitos de playa que gozan de gran aceptación como L’Arrantza que, situado en la playa de Madrague, ofrece al resguardo de sus sombrillas una experiencia gastronómica junto al mar, con una cocina elaborada cada día con productos frescos y una encantadora terraza de ambiente tropical.

Por último, otro lugar gastronómico emblemático de Anglet, situado en la plaza de Cinq Cantons, es el mercado cubierto Halles des 5 Cantons. Propiedad del grupo Biltoki, que significa “el lugar que reúne a la gente” en euskera, combina los puestos de productos de proximidad, como embutidos, verduras, quesos o vinos, con establecimientos de comida para llevar. Esta parte de las “Cuisines du Marché” alberga propuestas internacionales y toques vanguardistas alternadas con clásicos.

 

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Cerca está la sede principal de la Oficina de Turismo de Anglet, donde obtener direcciones e ideas de actividades y salidas para toda la familia. Incluso para echar un vistazo a la tienda de diseño de la propia oficina y tomar ideas de regalos para recordar esta ciudad abanderada de la “slow life” y donde hay mucho para entretenerse, sobre todo disfrutando de la naturaleza.