En Bustarviejo, a más de 1.200 metros de altitud, se esconde un rincón donde la naturaleza se cultiva con mimo y se comparte con pasión. La Huerta de Abril, a los pies de la Sierra de Guadarrama, se ha convertido en un lugar único para vivir una experiencia de turismo familiar en la Sierra de Madrid.

En la Huerta de Abril, las familias pueden pasear entre hileras de verduras, probar flores comestibles, elaborar infusiones aromáticas y compartir mesa bajo los árboles con productos que nacen a pocos metros del plato. Un plan perfecto para reconectar con el origen de los alimentos y despertar los cinco sentidos de grandes y pequeños. No es casualidad que restaurantes de renombre como Allégorie, Montia, Pavú, Manifiesto 13 o Tontón elijan esta huerta para llevar sus verduras a la alta cocina.”

 

Un jardín comestible para aprender jugando

Christian González, ingeniero técnico agrícola y alma del proyecto, no solo cultiva más de una hectárea de terreno con verduras, flores y plantas medicinales, también siembra curiosidad y conciencia medioambiental. Durante las visitas guiadas, explica con cercanía cómo las plantas se defienden del frío con aceites esenciales y cómo la biodiversidad protege la huerta. «Cuantas más especies vegetales hay, más resiliencia tiene el sistema», afirma convencido.

Cada recorrido se convierte en una clase viva donde los niños pueden descubrir cómo huele la salvia, qué es una verdolaga o cómo se recolectan pepinos mini con la flor aún cuajada. En temporada, pueden incluso practicar la autorrecogida de moras, frambuesas o tomates, y sentirse pequeños hortelanos por un día.

 

Experiencias para compartir en familia

La actividad estrella es la “Visita de los cinco sentidos”, que combina naturaleza, conocimiento y gastronomía local. Comienza con una infusión elaborada al momento con plantas recién recolectadas, sigue con un paseo por el jardín botánico mientras se degustan flores y brotes, y culmina con una comida informal pero exquisita: cervezas artesanas, quesos de cabra premiados y verduras crudas, todo servido al aire libre y culminado con unas costillas al horno que hacen las delicias de todos.

Esta propuesta, pensada para grupos privados (mínimo 15 personas), tiene un coste de 70 euros por adulto, y se prolonga desde media mañana hasta bien entrada la tarde. Un plan ideal para celebrar un cumpleaños familiar, una reunión de primos o, simplemente, para salir de la rutina y respirar campo.

 

Un entorno natural privilegiado

Situada en plena montaña, la finca goza de una calidad de aire y agua difícil de encontrar tan cerca de Madrid. «Regamos con agua de pozo donde viven tritones, un indicador de pureza», cuenta Christian mientras señala el paisaje que recuerda al norte de España. Las plantas aquí crecen a otro ritmo, y eso se nota en el sabor. El famoso salto térmico entre el día y la noche potencia los aceites esenciales y azúcares naturales de las verduras, haciendo de cada tomate o remolacha una sorpresa para el paladar.

 

Talleres, mercado y mucho más

Además de las visitas privadas, en la Huerta de Abril se celebran talleres por temporadas, como las catas de tomates de septiembre, en las que se prueban variedades de todos los colores. También tienen en marcha la idea de un “carnet de recolector”, para familias que quieran repetir y recolectar sus propias lechugas o fresas.

Cada fin de semana, participa en un mercado a pie de huerta (viernes por la tarde y sábados y domingos por la mañana), donde se pueden comprar productos de temporada o simplemente pasear y disfrutar del ambiente rural.

 

Gastronomía en Allégorie que nace de la tierra

Romain Lascarides, chef de Allégorie.

 

La Huerta de Abril es el provedor de frutas y verduras del restaurante Allégorie. Su chef, Romain Lascarides, tiene claro que “no hay ningún plato que puede ser excepcional sin productos excepcionales”, y por eso trabaja estrechamente con Christian desde hace tres años. Desde su cocina en Madrid, transforma las verduras de la finca en propuestas creativas que respetan el sabor original, como el topinambo en espuma o los espárragos con jamón ibérico y salsa carbonara.

La colaboración entre ambos proyectos pone en valor el producto local y de temporada y muestra cómo el campo y la alta cocina pueden ir de la mano. “La conexión entre la sierra y la mesa define el alma de mi cocina”, confiesa Romain.

 

Turismo familiar con valores

Visitar la Huerta de Abril no es solo una actividad de ocio, es también una lección de sostenibilidad, biodiversidad y respeto al entorno. En cada planta, en cada semilla, hay una historia que Christian transmite con pasión: “Conservar las semillas antiguas es clave para el futuro. En ellas está el ADN resistente que nos ayudará frente al cambio climático”.

Para muchas familias, esta escapada se convierte en un momento para reconectar con la tierra, con los alimentos y con la infancia. Mientras los adultos disfrutan del paisaje y la comida, los niños corretean entre plantas, descubren mariquitas y aprenden que detrás de una simple zanahoria hay un trabajo, una historia y un sabor que no se olvida.