La Rollerie ha abierto un nuevo local en Madrid donde ir a merendar o comer con tus hijos será transportarse a un jardín provenzal a un paso de la Puerta del Sol. Un restaurante, cafetería, pastelería y obrador de pan en un vergel lleno de rincones mágicos.
Como en el resto de locales que La Rollerie tiene en Madrid, se respira un aire provenzal que enamora a quien lo conoce, pero este tiene un tesoro en la planta superior que no deja indiferente a nadie. Esta vez han elegido la esquina de la con Echegaray, que en su día fue una enorme tienda de instrumentos musicales.
Desde la puerta dan la bienvenida dos vistosos árboles ornamentales -símbolo que identifica a la cadena- custodiando una barra central, que conjugan perfectamente con el mármol y las diferentes maderas y vidrieras que visten el espacio, muchos de ellos, incluso las lámparas y plafones de sus altos techos, elementos originales desde que se levantara el edificio en 1925. Esta planta se encuentra presidida por otra imponente pieza decorativa, las tubas de un órgano integradas en la pared que se ve desde la calle y nada más entrar, y que ya formaba parte del local de la conocida tienda de la Unión Musical Española.
Bajando las escaleras, se llega a lo que antes era un almacén y se ha convertido en otro salón que recuerda a una pequeña plaza de algún pueblo perdido de la Provenza francesa. Y subiendo, bien por las mismas escaleras o por el ascensor, instalado para que cualquiera pueda disfrutar de todos los espacios, aunque vayas con tu carrito de bebé, se llega al que es el orgullo del local. Un espectacular vergel, ‘Le Jardin Provençal’, un magnífico cenador repleto de plantas y pequeños detalles, bancos, sillas y mesas de jardín, piezas singulares restauradas y hasta un coqueto balancín que invita a disfrutar de momentos de calma y desconexión en pleno centro de Madrid. Cada mesa es diferente, las hay más íntimas, con vistas a la calle, e incluso una grande central para grupos. Desde cualquier rincón se puede oír además el relajante sonido del agua cayendo de los tres caños de la fuente ubicada junto a las escaleras.
Va quedando claro que ningún pormenor se escapa en lo decorativo, y tampoco podía ser menos en lo que a gastronomía se refiere. Siguiendo la línea de La Rollerie, se sirven 13 desayunos diferentes y cuatro brunch disponibles de lunes a domingo. Hay muchas opciones saladas, pero donde despuntan es en la pastelería y repostería que ellos mismos elaboran -como sus Rolls insignia-, ideales para merendar o como postre y que se pueden llevar a casa, igual que el pan. Para comer o cenar, disponen de una extensa carta con platos como las Brochetas de pollo satay o el Tartar de salmón ahumado; ensaladas como la de Burrata, sobre una cama de salmorejo, surtido de hojas verdes y textura de tomates; tostas, tapas pensadas para compartir como la Coca en pan de cristal con setas al ajillo y espárragos verdes o la Fondue de queso, donde el ‘recipiente’ es la propia hogaza de pan. Sorprenden sus sabrosos arroces, como el Risotto de setas y espárragos o la paella hecha al momento; así como pastas frescas, entre las que destacan los Raviolini de boletus edulis, acompañados por una suave salsa de nata y nueces. Para los amantes de un buen bocado a dos manos, tienen hamburguesas y sándwiches, como el adictivo Sándwich de pastrami. Y en el terreno líquido, muchas alternativas: bebidas calientes, frías, vinos, cervezas, cócteles…
La Rolleriedel 26 de la Carrera de San Jerónimo, esquina con Echegaray (www.larollerie.com), tiene un horario de 8:00 a 00:00 horas de lunes a domingo. El precio medio para comer es de 15 €.