Recorrer Puglia con niños es como desplegar un mapa del tesoro: pueblos blancos que parecen de cuento, playas tranquilas, rutas por la naturaleza y sabores que hablan de historia y tradiciones. En esta ruta recorremos el tacón de Italia con ojos de familia, descubriendo un destino que sorprende y enamora a cada paso.

1 Alberobello, dormir en un cuento de hadas

En el corazón del Valle de Itria, Alberobello es uno de esos lugares que parecen sacados de un cuento. Sus famosas casas cónicas llamadas trullis son Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y una visita imprescindible en cualquier viaje familiar por Puglia.

Calle con trullis en Alberobello, Italia

Paseando entre los trullis de Alberobello.

 

Se conservan más de 1.500 trullis, muchos de ellos rehabilitados como alojamientos singulares. En el barrio de Rione Aia Piccola, la zona más tranquila, encontramos trullis convertidos en casas de vacaciones, algunos con hasta tres habitaciones, perfectos para alojarse en familia. Por su parte, el distrito Monti, más turístico, está repleto de tiendas, restaurantes y pequeños museos: un entorno animado y seguro donde pasear con niños se convierte en una aventura.

Construidos con piedra seca y sin mortero, la forma única de los trullis responde a una curiosa estrategia fiscal. Aunque parezca que Alberobello lleva siglos inmutable, su historia es más reciente de lo que podríamos imaginar. La ciudad tal y como la conocemos hoy comenzó a tomar forma a finales del siglo XIV, cuando los Condes de Conversano, señores feudales de la zona, decidieron entregar estas tierras a campesinos para su cultivo y poblamiento.

En aquellos tiempos, el Reino de Nápoles imponía un impuesto por cada nueva construcción permanente. Para esquivar este tributo, se optó por levantar viviendas de aspecto provisional: los trullis. Estas curiosas construcciones, hechas sin mortero y con piedra seca, se diseñaban con una clave central en el tejado que permitía desmontarlas con rapidez si se anunciaba una inspección real.

Lo que empezó como un asentamiento de unas 40 viviendas rudimentarias creció con fuerza a partir de 1620, pero no fue hasta 1797 cuando el pueblo logró liberarse de los impuestos y de la autoridad feudal. Ese año, por decreto del rey Fernando IV de Borbón, Alberobello obtuvo el estatus de ciudad real, libre de cargas. Desde entonces, sus trullis pasaron de ser refugios improvisados a símbolo eterno de identidad y resistencia.

Interior de un trullo tradicional

Así es por dentro un trullo.

 

La tradición de los trullis continúa viva. Sus tejados muestran símbolos pintados a mano con cal blanca: signos religiosos, mágicos o primitivos que reflejan la espiritualidad, la protección del hogar frente al mal de ojo, la veneración a alguna divinidad o incluso mensajes personales de las familias que los habitaron.

Los niños se maravillan con sus techos en forma de gorro de mago, sus ventanas pequeñas y su aire de vivienda encantada. El Trullo Sovrano, el único de dos plantas, se puede visitar y permite imaginar cómo era la vida en el interior de estas casas únicas.

2 Ruta en bici entre trullos y olivos: el valle más familiar

Ruta en bici entre trullis y olivos

Ruta en bici por el Valle de Itria.

 

A pocos kilómetros de Alberobello, los caminos rurales entre Cisternino y Locorotondo son perfectos para recorrer en bici con niños. La Ciclovía dell’Acquedotto cruza campos de olivos, viñas y trullis escondidos entre los cultivos. Una experiencia segura, de ritmo tranquilo y sin desniveles, donde lo importante no es llegar, sino mirar: flores silvestres, casas de campo, caballos y árboles centenarios.

 

3 Cisternino, casitas blancas, poesía en las paredes y carne al fornello

 

Calles y plazas blancas en Cisternino

Las paredes que hablan en Cisternino.

Cisternino es uno de esos pueblos que se descubren sin prisa, blanco, sereno y lleno de alma. Su centro histórico, perfectamente conservado, invita a callejear sin rumbo, entre arcos, columpios, escalinatas, balcones con flores y poesías escritas en las paredes que sorprenden a cada paso. Ideal para un paseo en familia, perderse por sus callejuelas o hacer una parada tras una ruta ciclista.

Una de las experiencias más curiosas para disfrutar en familia es comer en una macelleria. Son carnicerías tradicionales que funcionan a la vez como asadores. Tú eliges el corte de carne en el mostrador —puede ser ternera, salchicha, cordero o bombette (rollitos de carne típicos)— y te lo cocinan al momento en parrillas de leña. Luego, lo saboreas en mesas sencillas, con pan, embutidos, vino local y buen ambiente.

 

4 Torre Guaceto: senderismo, tortugas y arqueología frente al mar

Vasijas en la torre de Guaceto

Recreación arqueológica en Torre Guaceto.

 

Esta reserva natural es uno de los grandes tesoros de la Costa Adriática, ideal para familias que buscan combinar naturaleza, historia y conciencia ambiental. En sus más de mil hectáreas se puede hacer senderismo entre dunas, olivares y mar cristalino, sin construcciones a la vista, solo paisaje puro y biodiversidad. Durante el recorrido se visita una torre costera del siglo XVI, desde la que se domina toda la bahía. En su interior, una exposición recrea el cargamento de un antiguo barco romano con ánforas de arcilla, permitiendo a los niños imaginar cómo era el comercio marítimo en tiempos del Imperio.

La Torre de Guaceto no está allí por casualidad. Forma parte de un ambicioso sistema defensivo levantado entre 1563 y 1569 por orden del Reino de Nápoles, en respuesta a las continuas incursiones turcas y sarracenas. Estas torres costeras se construyeron estratégicamente para que cada una pudiera ver a la siguiente y comunicarse mediante señales de humo durante el día y fuego por la noche. Aunque en algunas fases la falta de fondos detuvo el avance, el sistema se completó finalmente en 1748, bajo el reinado de Carlos de Borbón.

En total, se construyeron 379 torres a lo largo del litoral del reino, 80 de ellas en la región de Terra d’Otranto. Torre Guaceto, con su planta cuadrada —más moderna y funcional para la artillería—, es un ejemplo perfecto de esta arquitectura militar. Aunque no todas están abiertas al público, verlas en pie siglos después nos permite imaginar la vida de los torrieri, esos vigías que, a menudo en turnos de dos o tres personas, protegían la costa con la ayuda de los cavallari, jinetes encargados de llevar mensajes de torre en torre hasta los pueblos del interior.

Torre Guaceto

Torre guanteo formaba parte del sistema defensivo de la Puglia.

La experiencia se completa con una visita al centro de recuperación de tortugas marinas, donde los niños pueden ver de cerca a estos animales en proceso de rehabilitación. El equipo del parque ofrece explicaciones adaptadas a todas las edades sobre la fauna del Mediterráneo y la importancia de proteger su ecosistema.

5 Gallipoli: historia, castillos y atardeceres con sabor a mar

Torre del castillo de Gallipoli

Aventuras en el castillo de Carlos V.

 

Gallipoli es una de esas ciudades que fascinan tanto por su historia como por su carácter vivo y marinero. Situada en una pequeña isla frente a la Costa Jónica, está unida al continente por un puente que ya anticipa que aquí empieza una aventura. Su perfil amurallado, sus calles de piedra y su castillo con 3 torres circulares y una poligonal —realizada durante el reinado de Carlos V— invitan a imaginar caballeros, batallas navales y secretos bajo tierra. Y de hecho, los hay: en el interior del castillo, los niños pueden recorrer pasadizos que conectan una torre con otra a través de las antiguas mazmorras, un laberinto que enciende la imaginación de grandes y pequeños.

Pero Gallipoli no solo se defiende con piedra. Bajo sus calles se esconde otro tesoro: el aceite. En su época dorada, esta ciudad fue el mayor productor de aceite lampante del Mediterráneo. Llegó a tener hasta 32 almazaras subterráneas, donde se prensaban las aceitunas para obtener un aceite grueso que alimentaba lámparas en iglesias, palacios y ciudades de todo el imperio. Hoy se puede visitar una de esas almazaras, excavada en la roca, para entender el trabajo de los molineros, los animales que giraban las piedras y las técnicas ancestrales de producción. Es una visita fascinante que combina historia, arqueología y cultura del aceite.

Belén a tamaño real en Gallipoli

El belén que nunca se quita.

 

El casco antiguo, compacto y encantador, está lleno de palacios que hoy se han reconvertido en alojamientos boutique. Entre sus callejones encontramos tiendas de artesanía, heladerías, y en pleno centro, una sorpresa para los más pequeños: un belén con figuras a tamaño real, expuesto durante todo el año. Y al caer la tarde, el puerto se vuelve un espectáculo: barcas de colores regresan del mar con pescado fresco, mientras el sol tiñe de oro los muros de piedra y las terrazas se llenan de familias disfrutando de la brisa salada.

6 Santa Maria di Leuca: un paseo en barco entre dos mares

Barco frente a acantilados y aguas turquesas.

En barco entre dos mares.

 

En el punto más al sur de Puglia, Santa Maria di Leuca ofrece una experiencia mágica: un paseo en barco en el lugar donde se encuentran el mar Jónico y el Adriático. Durante el recorrido se pueden ver formaciones rocosas similares a las del Algarve portugués: la cueva de la ‘dentadura del tiburón’, la ‘catedral gótica’ o arcos naturales con estalactitas. El contraste de luces y colores entre el agua y las rocas deja imágenes inolvidables de aguas turquesa y rocas doradas desde el mar.

 

7 Otranto: catedrales, mosaicos y una historia que emociona

Castillo de Alfonso de Aragón en Otranto

Entrada al castillo medieval.

 

Otranto es uno de esos lugares donde la historia se respira a cada paso. A orillas del Adriático, esta pequeña ciudad amurallada conserva intacto su pasado medieval y su identidad marinera. Se accede al casco antiguo atravesando un puente sobre el foso, como en los cuentos, que aún parece custodiar secretos del pasado. Justo al entrar, se alza el imponente castillo de Alfonso de Aragón, una fortaleza con bastiones defensivos, pasadizos y torreones que fascina a los más pequeños. Recorrerlo es como meterse en una novela de aventuras: ideal para una visita en familia.

Pero si hay un lugar que verdaderamente asombra a todos los visitantes —adultos y niños por igual— es la Catedral de Santa Maria Annunziata. En su interior, el suelo está cubierto por un mosaico gigante del siglo XII, una obra sin igual en todo el sur de Italia. Representa el Árbol de la Vida y está lleno de escenas fantásticas, animales exóticos que representan otros continentes, criaturas mitológicas y personajes históricos como Alejandro Magno volando en una máquina fantástica tirada por grifos. Cada imagen es una invitación al juego y al aprendizaje, y recorrerlo es como abrir un gran libro ilustrado de piedra y color.

Mosaico Árbol de la Vida en la catedral de Otranto.

Un suelo que cuenta historias.

 

Pero también hay lugar para la memoria. En una capilla lateral de la misma catedral se conservan los restos de los 800 mártires de Otranto, ejecutados en 1480 por las tropas otomanas al negarse a renunciar a su fe. Sus cráneos y huesos están cuidadosamente expuestos en vitrinas que ocupan toda la pared, un espacio de recogimiento que conmueve incluso a los más pequeños, y una oportunidad para hablar en familia sobre valores, historia y respeto.

El resto del casco histórico se despliega entre callejuelas empedradas, tiendas de artesanía, heladerías y restaurantes donde probar la cocina local frente al mar. Otranto es de esos destinos que combinan belleza, profundidad histórica y autenticidad, y que dejan huella en quienes la recorren en familia.

8 Porto Selvaggio, naturaleza virgen y accesible en minibús eléctrico

Sendero bajo los pinos hacia la cala

Camino entre árboles hacia el paraíso.

Este parque natural protegido es uno de los rincones más auténticos y silenciosos del litoral jónico, perfecto para familias que buscan un contacto directo con la naturaleza. El acceso está restringido para los vehículos, y un cómodo minibús lleva a los visitantes desde el aparcamiento hasta el corazón del pinar. Desde allí parte un sendero sencillo entre árboles centenarios, ideal para hacer con niños, que desemboca en una cala de aguas esmeralda rodeada de acantilados y bosque.

Durante el paseo, hay zonas habilitadas para picnic, con bancos de madera y sombra natural, que invitan a hacer una parada, sacar la merienda o simplemente relajarse escuchando el canto de los pájaros. Pero además de mar y árboles, en este parque también hay historia. Presidiendo el acantilado se alza la Torre dell’Alto, una antigua torre de vigilancia construida en el siglo XVI como parte del gran sistema defensivo del Reino de Nápoles.

9 Dormir (y comer) en una masseria: la vida rural convertida en experiencia

Estatuas femeninas en el jardín de una masseria

Los continentes representados en piedra.

 

Las masserias eran casas de campo fortificadas del siglo XVI. Hoy muchas se han reconvertido en alojamientos rurales donde puedes dormir, degustar productos de kilómetro cero o hacer talleres en familia.

La Masseria Brusca, por ejemplo, ofrece una visita por sus jardines históricos y capilla y una degustación  de productos de elaboración propia. Un viaje a la tradición que conecta a pequeños y mayores con la tierra y su cultura. Rodeada de jardines cuidados al detalle, este lugar no solo ofrece productos de proximidad —quesos, verduras, aceite de oliva—, sino también una dimensión educativa.

En el corazón del jardín, descubrimos una instalación muy singular: cuatro zonas temáticas que representan los cuatro continentes. Estatuas femeninas representan a Europa, Asia, África y América como se veían en aquella época. Aquí se sentanban los monjes a deliverar y debatir.

 

10 Polignano a Mare: acantilados, cuevas y la canción más famosa de Italia

Casas colgando sobre el mar en Polignano

Postales de Polignano a Mare.

 

Cerramos la ruta en Polignano a Mare, un pueblo colgado sobre acantilados con vistas al Adriático. Aquí nació Domenico Modugno, autor de “Volare”, y una estatua suya lo recuerda frente al mar. Las casas se asoman al vacío y la playa de Lama Monachile, entre paredes de roca, es una de las más fotogénicas del país. Al atardecer, todo se tiñe de dorado y es imposible no sentirse inspirado.

 

Playas imprescindibles en Puglia para disfrutar en familia

Playa de Gallipoli

Gallipoli te recibe con su playa de aguas cristalinas.

Aunque muchas personas asocian Puglia con playas del Adriático, lo cierto es que esta región cuenta con costas muy distintas en sus dos frentes marítimos: el Adriático y el Jónico.

En el lado Jónico, la playa de Punta Prosciutto es uno de los secretos mejor guardados de Italia. Conocida popularmente como “las Maldivas de Puglia”, ofrece aguas poco profundas de un azul turquesa increíble y arena blanca y fina que recuerda a destinos exóticos. Es ideal para familias con niños pequeños, ya que pueden jugar sin peligro en la orilla, mientras los adultos disfrutan de un paisaje paradisíaco sin salir de Europa.

Muy cerca, Torre Lapillo ofrece calas algo más tranquilas con zonas para picnic y sombra natural gracias a los pinos mediterráneos. Y para quienes buscan tranquilidad total, la bahía de Porto Selvaggio es una joya salvaje. Se accede caminando tras un pequeño paseo desde la parada del minibús eléctrico, y allí se encuentran aguas transparentes, sin construcciones, y rodeadas por un denso bosque de pinos. Perfecta para pasar el día sin prisa.

Playa de arena blanca y aguas turquesa en Puglia

Las playas de los hoteles ofrecen todos los servicios para unas vacaciones de ensueño.

 

Del lado adriático, en la reserva de Torre Guaceto, si bien el baño está limitado en ciertas áreas por motivos de conservación, existen zonas habilitadas donde la experiencia de playa se une al respeto por el entorno. Es una opción fantástica para combinar naturaleza, mar y educación ambiental.

No se puede dejar de mencionar la pequeña playa de Lama Monachile en Polignano a Mare. Aunque de reducido tamaño, su espectacular ubicación entre acantilados y su fácil acceso la hacen una parada imprescindible. Eso sí, es mejor visitarla a primera hora o al final del día para evitar aglomeraciones y disfrutar de su belleza con calma.

Consejos prácticos para disfrutar Puglia con niños

Puglia es un destino ideal para viajar con niños, pero algunos consejos pueden hacer el viaje aún más fácil y memorable:

Mejor época para viajar: La primavera (abril-junio) y el inicio del otoño (septiembre-octubre) son perfectos para evitar el calor extremo y las aglomeraciones.
El clima sigue siendo cálido y los precios más razonables que en temporada alta.

Comida: Puglia es muy family-friendly. Los menús suelen incluir pasta, pan casero, verduras frescas y dulces típicos. No hay restaurante sin opciones aptas para niños.

platos típicos de puglia

Comer bien también es parte del viaje.

 

Edad recomendada: Todas las actividades descritas son aptas para familias con niños desde 4-5 años. Las rutas en bici y caminatas son de baja dificultad, aunque algunas playas requieren caminar desde el parking.

Dónde alojarse: Recomendamos combinar alguna noche en una Masseria o en un trulli con estancias en hoteles familiars a pie de playa o apartamentos en pueblos como Polignano o Gallipoli.

Movilidad: Lo ideal es alquilar coche, ya que muchas joyas de Puglia están en el interior o en tramos costeros sin acceso por transporte público directo. Además os permitirá ir a vuestro ritmo.

Consejo final: Lleva escarpines para las calas rocosas, protección solar, y una cámara con buena memoria: los recuerdos en Puglia son tantos como sus olivos.