Volver a la época romana, observando una casa señorial del siglo IV y disfrutando de algunos de los mosaicos mejor conservados de la época, audiovisuales, maquetas, valiosas piezas originales e incluso un parque infantil tematizado, es posible en el Museo de las Villas Romanas y la Villa Romana de Almenara-Puras, al sur de la provincia de Valladolid
El Museo de las Villas Romanas (MRV) y la Villa Romana de Almenara-Puras, situado en Tierra de Pinares, al sur de la provincia vallisoletana, es el primer espacio turístico-cultural de este tipo que se puede visitar en España, un centro de destacado interés en la oferta de turismo de Castilla y León, promovido por la Diputación de Valladolid.
Formado por varios edificios y espacios complementarios: el Museo, la Villa Romana, la Casa Romana y el parque infantil tematizado, el conjunto ofrece al visitante una visión muy completa de la vida romana en el campo en el contexto del siglo IV, conformando una auténtica atmósfera romana para conocer el sentimiento y vida de sus antiguos habitantes frente al campo y la naturaleza. A lo que sin duda ayuda la posibilidad de disfrutar de visitas teatralizadas para grupos y particulares.
Para visitar la antigua Villa Romana se cruza una pasarela elevada que permite una vista completa de la casa que fue construida en el siglo IV y habitada hasta el siglo V. El itinerario muestra la distribución de los dos patios y las 30 estancias pavimentadas con suelos de mosaico. Parte de las pinturas originales todavía están adheridas a la pared.
Con el objetivo de conocer esta Villa Romana, se ha creado una amplia sala de exposición que recoge toda clase de información, desde las maquetas que reconstruyen una villa tipo con su entorno geográfico, pasando por temas interesantes como la artesanía, agricultura y sus aperos, productos del campo, transporte, pesas y medidas, actividad textil, etc.
Las reproducciones de muchos de los objetos hallados en esta excavación y otros pertenecientes a otras villas están recogidos en vitrinas con carteles que explican de manera didáctica cada tema.
Maqueta y recreación de la villa
Hay también una maqueta con la idealización de la villa de Almenara en la que pueden verse todos los aposentos con el alzado de paredes, columnas y bóvedas. Como ayuda didáctica el museo ofrece también un audiovisual sobre la Hispania Romana, el siglo IV y la decadencia del Imperio.
Así mismo es posible visitar la recreación a tamaño real de uno de estos palacios. Se trata de un edificio de más de 600 metros cuadrados en el que se reproducen varios espacios (vestíbulo, peristilo, comedor, dormitorio, salón de recepciones y termas) completamente amueblados y con todos sus enseres domésticos.
Para completar el atractivo de la visita para las familias, el complejo museístico cuenta con un parque infantil. Una extensa área ajardinada repleta de juegos infantiles basados en la cultura romana, con merenderos y fuentes de agua. Además, el museo cuenta con un salón de actos, una tienda de recuerdos, etc.
Una familia acomodada
A través de las excavaciones en el Museo de las Villas Romanas y la Villa Romana de Almenara-Puras, se ha podido constatar que antes de esta villa del siglo IV hubo otra del siglo III de menores dimensiones.
No se conoce el nombre de los propietarios ni sus actividades, pero a la vista de sus dimensiones, el lujo de los mosaicos y los objetos aparecidos, los historiadores han llegado a suponer que se trataba de una gran familia bastante rica que llegó a utilizar la casa como vivienda habitual para lo que se construyeron buenas estancias tanto para los propietarios como para invitados.
La casa, orientada al este, tiene una extensión de 2.500 metros que se articulan en torno a dos patios con columnas -el denominado peristilo-; en el terreno de alrededor había otras estancias para criados y colonos además de los edificios propios de una granja. La entrada principal la tiene por el lado que da al este; la planta está distribuida en dos zonas bien diferenciadas, una para la familia y otra para invitados, visitas sociales o de negocios.
Las termas se hallan al oeste y definen claramente el alto estatus del dueño de la casa. En el ángulo nordeste están las habitaciones del servicio, así como las cocinas y despensas.
Los muros fueron levantados con hormigón y las paredes estaban pintadas al fresco, algunas con zócalo que imitaba el mármol. El suelo de todas las habitaciones estaba tapizado con mosaicos de diferente calidad y se cubría el edificio con teja curva llamada ímbrice.
La actividad de la villa debió durar todo el siglo IV y parte del V en que se detecta un paulatino abandono. La casa debió servir como refugio en algún momento y después como cantera para posibles edificios en algún otro lugar.
Después del siglo V no hay más noticias sobre la propiedad. El espacio debió irse cubriendo de tierra como ocurre siempre hasta que llegado el siglo XIX se descubrió accidentalmente parte de un mosaico y se empezó a sospechar que bajo aquellas tierras de labor podía encontrarse una villa romana.
Mosaicos bien conservados
Es destacable que en toda la villa hay un total de 400 metros cuadrados de mosaicos casi todos perfectamente conservados. Algunos presentan muestras de haber sufrido una hoguera para calentamiento o cocina en los tiempos en que la villa fue abandonada y opcionalmente ocupada quizás por pastores o por gente de paso.
La calidad en la ejecución de estos mosaicos es diferente de unos a otros; los hay de una calidad extrema y otros son más corrientes. Los temas desarrollados son los comunes en casi todos los mosaicos hallados en otras villas siendo los geométricos los más abundantes con dibujos de círculos enlazados, nudos, sogueado, cruz gamada, flor de lis, peces y otras figuras.
En la estancia que se supone era el triclinio o comedor de invitados, en la parte del ábside, está representada una gran crátera: una vasija de cerámica de gran capacidad destinada a contener una mezcla de agua y vino con la que se llenaban las copas que simboliza la invitación a comer. En la estancia considerada como el salón de la familia está el mosaico más notable de todo el conjunto. Es el mosaico llamado de Pegaso.
Por sus trabajos de restauración, el Museo de las Villas Romanas cuenta con dos importantes galardones: la Medalla Europa Nostra y con el Premio AR&PA.