Las tierras de la provincia de Burgos emanan agua desde sus entrañas: desde el mayor salto de agua de España, a lagunas glaciares que se derretirán en pozas de agua turquesa junto a huellas de dinosaurio, pasando por torrentes que se dejan acariciar. Son los protagonistas de unos espectáculos de la naturaleza recomendables de visitar

 

La naturaleza más majestuosa eclosiona en esta época del año en la provincia de Burgos, donde cuando el frío invierno cedió el testigo a una lluviosa primavera, se empezó a gestar un maravilloso espectáculo natural cuyo momento es ahora: el deshielo. Y con él, algunas de las cascadas más bonitas de España.

Al abrigo del mayor bosque de pinos de España o junto a la ciudad más pequeña de nuestro país, ríos de agua caen valientes al vacío desde alturas de más de 200 metros, esculpiendo así algunas de las mayores cascadas de la península ibérica a veces, las más especiales y bucólicas otras. El agua se abre camino con toda su fuerza entre desfiladeros y cuevas escarpadas, precipitándose en saltos vertiginosos que envuelven al caminante en una atmósfera de ensordecedora magia.

Ahora que los maleteros vuelven a llenarse de ilusión y los viajes son motivo de reencuentro de familia y amigos, es momento de respirar aire puro. Y la provincia de Burgos es un paraíso de naturaleza verde y cascadas de fantasía en plena ebullición. Es el tiempo de dejarse guiar por el rumor del agua y que los pasos nos lleven a lugares insospechados…

 

1. El Salto del Nervión: la mayor cascada de la península ibérica

 

Salto del Nervión

En plena comarca de Las Merindades, entre iglesias y vestigios románicos, se extiende el Parque Natural Monte Santiago: un auténtico santuario natural de hayas, pinos y encinares.

Sobre su techo frondoso, que se entreteje para proteger doce rutas de senderismo perfectamente señalizadas, se intuye el vuelo del buitre común, vigía ancestral del río Nervión, hijo predilecto de tierras cercanas. En su huida precipitada al Mar Cantábrico, este torrente cae a un abismo de 222 metros de altura, protagonizando así el mayor salto de agua de la península ibérica; una cascada impresionante que desde hace millones de años erosiona a su antojo un espectacular cañón cuyas dimensiones se pueden admirar desde el Mirador del Salto del Nervión.

 

2. Tobera: el pueblo de las mil cascadas

 

Tobera

A dos kilómetros de Frías (la ciudad más pequeña de España y una de las más bonitas) y de su imponente castillo, esculpido en el peñasco de La Muela entre los siglos XII y XV, se encuentra Tobera, en pleno Valle de Tobalina. Este pueblo burgalés se mece con el rumor del río Molinar, que baja caprichoso dividiendo el territorio y formando infinitos saltos de agua que hacen de Tobera un escenario único con una banda sonora irrepetible. Por algo le llaman “el pueblo de las mil cascadas”.

Su ruta fluvial comienza a los pies de la ermita de Nuestra Señora de la Hoz y acaba en una espectacular cascada que atraviesa el viejo puente de la localidad. Un paseo ideal para hacer con los más pequeños, que podrán atravesar el río por un camino de piedras como si fueran unos auténticos aventureros.

 

3. La escalera de Orbaneja del Castillo

 

Orbaneja del Castillo

El encanto de esta aldea medieval de apenas 50 habitantes atrapa al visitante desde que llega. Las gigantes paredes del cañón del río Ebro la abrigan y de una de sus bocas, la Cueva del Agua, brota un torrente tan espectacular como efímero, pues nace y muere en unos pocos segundos, no sin antes partir a la mitad el peculiar paisaje de este rincón burgalés.

Esta lengua de agua discurre en cascada por una escalera natural de 25 metros de altura, formando unas terrazas perfectamente diseñadas para hacer de esta caída algo aún más espectacular, si cabe. En su viaje hacia el Ebro, este joven y potente río forma unas pozas idílicas de un intenso azul turquesa que completan el llamado Complejo Kárstico de Orbaneja del Castillo; un auténtico regalo de la naturaleza que conserva celoso varias muestras de arte rupestre del neolítico en su Cueva del Azar, un poco más arriba de la gruta de la que emana este impresionante salto de agua.

 

4. Irús y su calzada romana

 

Cascada de Irús

Pocas veces la naturaleza respeta tanto la historia como lo hace en Irús, en el Valle de Mena. Será el silencio que lo guarda, pues acercarse a este pueblo burgalés es entrar en otra dimensión en la que cada paso cobra sentido y la naturaleza deja a un lado la timidez.

Su iglesia de San Millán será la llave con la que descubrir los secretos que guarda el río Hijuela, que desciende a trompicones ante los ojos de una antigua calzada que los vecinos atribuyen a los romanos y desde la que sorprenden dos saltos de agua de extraordinaria belleza.

 

5. La Mea: las entrañas del agua

 

La Mea

La cascada del salto de La Mea se deja acariciar en la intimidad que se esconde tras su tupida cortina de agua, desde donde se puede comprobar con las propias manos lo fuerte que late su torrente.

Muy cerca de Quintanilla de Valdebodres y Puentedey (el pueblo más bonito del año) comienza esta ruta tan sencilla como imponente. Las infinitas paredes de un cañón vestido de quejigos se extienden a lo largo de casi medio kilómetro de filigranas naturales que se van estrechando formando un pasillo rocoso que abraza a quien lo recorre hasta quitar el aliento. Al final de este serpenteante camino, junto a una piedra que se antoja menhir, la cascada de La Mea despliega sus aguas por una cornisa de 30 metros de altura.

La espectacularidad de este salto de agua se completa tomando el sendero que, a sus pies, se introduce en las entrañas de esta fachada pétrea desde la que se puede admirar la belleza de esta cola de agua desde su interior.

 

6. Las Lagunas de Neila: un mausoleo de hielo

 

Lagunas del Neila

El espectáculo del deshielo de la provincia de Burgos adquiere otro nivel en el Parque Natural de las Lagunas de Neila. En plena Sierra de la Demanda, con los Picos de Urbión observando, se extienden siete lagunas de origen glaciar que sirven de cobijo a algunas especies arbóreas desde la última glaciación.

Desde las más accesibles, como Laguna Negra o Laguna Larga, que se encuentran a unos 2000 metros, a las intermedias, como Laguna Brava o Laguna de las Pardillas, todas se pueden recorrer, a pie o en bicicleta, por cualquiera de las rutas de senderismo que el mismo parque ha diseñado con distintos niveles de dificultad. Pero si se va buscando saltos de agua, lo recomendable es descender hasta la Laguna de la Cascada y dejarse impresionar por la magia de este lugar.

Ser testigo de cómo este mausoleo natural, helado por las gélidas temperaturas del invierno, se va derritiendo con los primeros soles de la primavera es un privilegio. Las aguas que dan cuerpo al río Arlanza y que hace unos meses formaban una pared de hielo, se deslizan ahora en un salto de agua espectacular que cae a la laguna creando una atmósfera sobrenatural.

No es difícil, sabiendo que en esta comarca de Pinares se encuentra uno de los mayores yacimientos de huellas de dinosaurios del mundo, imaginar por qué estos animales jurásicos eligieron este enclave para vivir.

 

7. Cascada de Las Pisas

 

Cascada de Las Pisas

Los parajes del Valle de Valdebezana, en la comarca de Las Merindades, guardan secretos de hadas y duendes. Allí donde lo mágico encuentra su verdadera razón de ser brota el río Gándara, que se desparrama con prisa ladera abajo entre robles, hayas, acebos y avellanos. En su caprichoso avance, va sorteando escalones que dejan a su paso sorprendentes saltos de agua, el mayor de ellos de hasta 20 metros de altura.

Estas son siete de las fantasías en forma de cascada de agua que brinda una tierra como la de Burgos sorprendente y espectacular en muchos aspectos.