Más allá de las actividades deportivas, este resort propone planes no convencionales a los jóvenes, tales como aprender a trepar por un cocotero, o convertirse en glamurosos camareros por un día preparando saludables coktails sin alcohol
En un contexto en el que la tecnología juega un papel central en el día a día, en especial para los llamados nativos digitales, el famoso verso de Quevedo “Érase un hombre a una nariz pegado” podría adaptarse hoy a “Érase un adolescente a un móvil pegado”.
The Residence Maldives, parte del grupo Cenizaro, ha lanzado este año un programa dirigido a jóvenes de entre 11 y 17 años para dejar los adictivos bailes de TikTok y stories de Instagram a un lado y centrarse en vivir el presente en el paraíso.
De lunes a domingo, el hotel propone una serie de actividades para sacar al deportista que llevan dentro, con sesiones de waterpolo, voleibol, ping pong, tiro al arco, paseos en bicicleta por la isla, kayak y snorkel. ¿Demasiada actividad física? No hay problema: los que prefieran planes más pausados también pueden participar en competiciones de ajedrez o asistir a una presentación para aprender más sobre la vida marina del destino.
Otra de las propuestas más originales de The Residence Maldives es la clase de los miércoles para aprender a trepar por un cocotero. ¡Puede parecer fácil pero dominar la técnica es todo un arte! Y sacarán a relucir su lado más creativo en la clase de preparación de mocktails, en la que los adolescentes podrán convertirse en bartenders por un día.
Actividades para disfrutar en familia
Al margen de estas actividades, en las que además podrán trabar amistad con jóvenes de otros países, The Residence Maldives cuenta con numerosas instalaciones para disfrutar en familia. En el Beach Club, por ejemplo, podrán darse un respiro de su apretada agenda en la piscina infinita de 42 metros con vistas al océano.
Si alguien pensaba que a este viaje le faltaba un poco de adrenalina, en el centro de deportes acuáticos podrán aprender a practicar windsurf o parasailing, entre otros. Y, como bajo el agua no hay cobertura, una visita al centro de buceo PADI 5* del hotel puede ser una buena excusa para sumergirse en una excursión guiada de buceo y descubrir la belleza inefable del paisaje submarino.
A la pregunta de “si vas a Maldivas y no lo compartes en redes, ¿realmente has estado en Maldivas?”, ¡la respuesta es un sí rotundo!.
Alojados en el paraíso
The Residence Maldives se encuentra en el atolón Gaafu Alifu y, visto desde el cielo, tiene forma de pez. Dividido en dos islas, Dhigurah cuenta con 173 villas ideales para familias. La otra es Falhumaafushi, 94 villas pensadas para parejas. Y ambas están comunicadas por un bonito puente de madera delicioso de atravesar.
Todas las habitaciones están frente al mar y son suites o villas en perfecta armonía con el entorno natural. La arquitectura colonial se acomoda con el mar, las palmeras, la arena blanca, con total acierto y sin perder la funcionalidad. Incluyen una pequeña piscina, su “pedazo” de playa cristalina y sus bicicletas, que son el medio habitual de transporte, aunque también se pueden utilizar buggies que realizan trayectos puntuales.
The Residence Maldives cuenta, entre sus servicios generales, restaurante, recepción 24 horas, servicios de habitaciones y WiFi gratuita. Dispone también de piscina al aire libre, sauna y un club infantil.
Aguas turquesas y huertos sostenibles
Entre las actividades para todos, recorrer en barco el mar que rodea la isla y observar delfines, o hacer buceo o snorkel, para los más amantes del líquido elemento, son más que recomendables. Todas estas actividades se ofrecen desde el Dive Center y permiten descubrir los arrecifes de coral vírgenes y la rica vida marina. Bajo las preciosas aguas turquesas que rodean The Residence Maldives, se hallan más de 250 especies de coral y 1.200 especies marinas, entre las que destacan tiburones punta negra, barracudas, peces globo, mantarrayas o peces payaso.
En este sentido, destacar que la sostenibilidad es una referencia en el día a día The Residence Maldives Dhigurah, un hotel con un huerto orgánico de frutas y verduras, pensado para dar a conocer la biodiversidad local y proporcionar productos de proximidad frescos y disponibles para el consumo.
Y es que estos huertos forman parte de la estrategia global de Cenizaro para ofrecer una estancia de primer nivel, a través de experiencias enriquecedoras para los huéspedes, el personal y la comunidad local. Por esta razón se llevan a cabo muchas actividades en torno a ellos, pensadas para los más pequeños y para los mayores, como los talleres de cocina impartidos en la propia cocina del hotel.
La conciencia ecológica del resort se manifiesta también en el interés por el mantenimiento de las algas que rodean sus aguas, que sirven de alimento para las muchas tortugas marinas de gran tamaño que se encuentran por allí.
Además de la reducción del uso de botellas de agua de plástico, el hotel tiene instalados paneles solares, cuyo sistema fotovoltaico de energía renovable contribuye con casi el 25 por ciento al consumo energético del complejo.