Málaga es contraste y sorpresa continua. Frente a la bulliciosa e internacional franja litoral, la Costa del Sol más famosa y conocida, hay otra Málaga, interior, rural, naturaleza pura, genuina y magnífica.

El Valle del Genal es un espléndido ejemplo de ello: quince pueblos en la Serranía de Ronda, la mayoría rodeados por el Bosque del Cobre, todos blancos, menos uno azul…

 

Al suroeste de la provincia de Málaga, enmarcado en la comarca de la Serranía de Ronda, con una extensión de casi 500 kilómetros cuadrados pero sin embargo con una población de sólo unos 7.000 habitantes, recorrer el Valle del Genal es disfrutar de sus pueblos blancos, la naturaleza que los rodea y las experiencias que todo ello puede procurarnos.

Porque el Valle del Genal es un paraje salpicado de magníficos miradores desde donde apreciar la belleza del entorno, castillos árabes que testimonian su pasado morisco y por supuesto el agua, el del río Genal que da nombre al valle y la de otros ríos y riachuelos que lo atraviesan. Además de numerosos senderos que lo recorren y que permiten descubrirlo y vivirlo.

 

Mirador del Genal en Algatocín

 

Otra característica especial del Valle del Genal es el llamado Bosque del Cobre, una metáfora alusiva a su color, sobre todo en otoño, cuando la mezcla de tonos rojos, ocres y cobrizos tiñen las hojas de los castaños. Unos árboles que, junto con algunos alcornoques, son los protagonistas naturales de este paraje, ocupando buena parte de su superficie y rodeando la mayoría de los pueblos. Como las castañas son también importantes protagonistas de la gastronomía de esta zona, reclamo asimismo para una visita.

Son quince los pueblos que comprenden el Valle del Genal, repartidos entre el Alto y el Bajo Genal. Recorriéndolos de sur a norte y de este a oeste, los primeros serían: Igualeja, Pujerra, Parauta, Cartajima, Júzcar, Faraján y Alpandeire. El Bajo Genal son Atajate, Benadalid, Benalauría, Algatocín, Benarrabá, Gaucín, Jubrique y Genalguacil.

 

El río Genal, protagonista

 

Nacimiento-del-río-Genal-en-Igualeja

 

Igualeja, en el Alto Genal, es el lugar de nacimiento del protagonista del valle: el río Genal. Allí surgen sus aguas. En un lugar a la entrada del pueblo, a pocos pasos de su blanco casco histórico y que es Monumento Natural por su valor paisajístico y ambiental. Rodeado por pinos y castaños, desde Igualeja se puede iniciar un sendero lineal con un recorrido de cinco kilómetros que desemboca en una bonita poza natural, el Charco de la Cal.

Otro recorrido para ir conociendo la zona y disfrutarla es un itinerario circular de quince kilómetros que une Igualeja con Pujerra, en cuyo camino se pueden ver castaños centenarios. Estos árboles, que dan nombre al Bosque del Cobre, son también el motivo de celebración, sobre todo en otoño, de numerosas fiestas en los pueblos que lo conforman. Entre ellas destaca especialmente la de Pujerra, declarada de Singularidad Turística Provincial, y durante la cual se pueden degustar más de 50 platos elaborados con castañas.

 

Castañas-protagonistas-del-Bosque-del-Cobre

 

La gastronomía serrana en general es otro de los atractivos del Valle del Genal, pero los platos, tanto dulces como salados, preparados con castañas, son un aliciente más: caldereta de cordero con castañas, guiso de castañas, queso de cabra con castañas, sopas y crema de castañas, castañas en almíbar, cocidas o confitadas…

Tal es la relevancia de la castaña, que el pequeño Pujerra alberga también el Museo de la Castaña, que cuenta con una exposición permanente de los utensillos, enseres y ropas  empleadas para su recogida, además de numerosas fotografías y carteles.

 

Pujerra-cuenta-con-el-Museo-de-la-Castaña

 

Continuando nuestro recorrido por el Valle del Genal, Cartajima, situado a 850 metros sobre el nivel del mar, cuyo nombre proviene del vocablo árabe “Al-Z”jaima”, que significa “el lugar de más altura”, resulta uno de los más espectaculares rincones de la provincia de Málaga para disfrutar del atardecer. El espectáculo natural es inolvidable desde este pueblo con numerosas huellas de su pasado árabe, calles sinuosas y casas encaladas, que se entremezclan con la arquitectura castellana de siglos posteriores, sobre todo del XVIII.

Entre Cartajima y Júzcar está otro de los atractivos del Valle del Genal: Los Riscos, un torcal impresionante que, tras el Torcal de Antequera, forma uno de los paisajes kársticos más importantes de la provincia malagueña.

 

Cartajima-magnífico-ejemplo-del-Bosque-del-Cobre

 

Tiene un pueblo pintado de azul…

 

Al ir llegando al mencionado Júzcar, nos aguarda otra de las sorpresas de la zona. Si todos los pueblos del Valle del Genal son blancos, este es azul. Azul pitufo, concretamente. El origen estuvo en una campaña de marketing en el 2011 para que este pequeño pueblo, ya de por sí bonito, se convirtiera en el “Poblado Pitufo”. Hasta la Iglesia de Santa Catalina, del siglo XVI, se pintó de azul, aunque desde hace unos años y por motivos legales no se puede hacer referencia a los pitufos…, pero sigue manteniendo el color.

 

Panorámica-de-Júzcar-el-pueblo-pitufo

 

La mejor manera de conocer Júzcar es andando por todos sus rincones, por sus callejuelas de casas azules, descubriendo numerosos grafitis de personajes de los pitufos, hasta catorce, distribuidos por todo el pueblo. También hay varias estatuas enormes de algunos de los personajes más célebres, como Papá Pitufo y Pitufina. En definitiva, casi un parque temático que hace las delicias de los niños. Que además, durante los fines de semana, también pueden disfrutar de actividades al aire libre como tirolina, rocódromos, circuitos de aventura y pintacaras. Azul pitufo, por supuesto.

 

En-Júzcar-hay-grafitis-pitufos-por-las-fachadas

 

Aparte de ello, otras paradas obligatorias son la derruida pero curiosa Fábrica de Hojalata y el Museo Micológico, donde conocer sobre la variedad de setas de la región y que organiza jornadas, conferencias y talleres especializados.

A lo largo y ancho del Valle del Genal hay diferentes miradores desde los que apreciar la belleza del entorno, y en Júzcar está uno de los más atractivos: el Mirador de la Torrichuela, en el que antiguamente se emplazaba una torre vigía y desde donde se disfruta de unas bonitas vistas. Otro atractivo, este especialmente para el verano, cuando abre incluso un chiringuito, es a las afueras del pueblo la zona de baño del Charco de Moclón, acondicionada bajo una chopera, convirtiéndose en un lugar delicioso y refrescante.

 

De cascadas, “catedrales” y santos

 

El agua también protagoniza otro rincón de estas tierras. La ruta de las Chorreras del río Balastar, conduce a dos increíbles cascadas de unos veinte metros, situadas a algo más de medio kilómetro del pueblo de Faraján. Gracias a la abundancia de agua en el Valle del Genal, se puede disfrutar de ellas incluso en verano.

 

Cascadas-de-Faraján

 

Y así se alcanza Alpandeire, cuyo nombre se ha hecho famoso al ir asociado a unos de los santos más venerados en toda Andalucía: Fray Leopoldo de Alpandeire, el monje capuchino que nació allí y cuya casa acoge un museo con algunas de sus pertenencias. Fray Leopoldo da también nombre a una senda turística que comprende los municipios, además de Alpandeire, de Pujerra, Igualeja, Cartajima y Faraján, que rememora al santo y recorre paisajes de almendros, narcisos y jara blanca.

De origen árabe y pocos habitantes, Alpandeire es también conocido por su “catedral”, como se llama a su principal iglesia, la de San Antonio de Padua, del siglo XVI y que, por sus grandes dimensiones, se le denomina “La catedral de la Serranía de Ronda”. Pero también es muy interesante conocer los dólmenes de las Encinas Borrachas, una necrópolis prehistórica que refleja la situación estratégica de este pueblo; y el Antiguo Pósito del siglo XVIII, convertido en centro cultural en la actualidad.

 

Valle-del-Genal-niño-en-Júzcar

 

Pueblos del Bajo Genal

 

Atajate es unas de las poblaciones más pequeñas del Valle del Genal. Además del Museo Abierto del Mosto, para conocer el proceso de elaboración de esta bebida, a la salida del pueblo, en dirección a Ronda, está el Mirador de Atajate, punto desde donde se pueden avistar aves rapaces como las águilas reales, buitres leonados y halcones peregrinos.

Prueba del pasado morisco de esta zona, es el propio nombre de pueblos como Benadalid, cuyo origen está en una tribu bereber, la de los Beni Al Ladi; y las fortalezas. A las afueras de la población, el Castillo de Benadalid es uno de los edificios más singulares del valle, en sí mismo y por su uso. Actualmente alberga el cementerio municipal y durante cada agosto se convierte, además, en el escenario de la tradicional Fiesta de Moros y Cristianos. En ella los vecinos recrean una batalla en recuerdo del levantamiento mudéjar de 1501.

 

Fiesta-de-Moros-y-Cristianos-en-Benadalid

 

Las calles de Benadalid guardan edificios tan destacados como la iglesia de San Isidoro, el antiguo lavadero y el Mirador de los Castañares. Un punto desde el que, como indica su nombre, se pueden contemplar el gran número de castaños que pueblan el Valle del Genal.

Rodeado de bellos paisajes, Benalauría conserva muy vivo en sus costumbres y tradiciones su pasado morisco. Cuenta con un centro de interpretación: la Casa de Moros y Cristianos, un espacio donde conocer sobre el pasado islámico de la Costa del Sol y las batallas que durante la Reconquista libraron los Reyes Católicos.

 

Vista-panorámica-de-Benalauria

 

La iglesia de Santo Domingo de Guzmán, del siglo XVI; el famoso Columbario Romano del Cortijo del Moro, un interesante yacimiento arqueológico datado aproximadamente en el siglo I y el Lagar de Benalauría, que sigue siendo actualmente un lugar de trabajo activo, son otros lugares de interés. Sin olvidar el curioso Museo Etnográfico, situado en un antiguo molino de aceite del siglo XVIII.

 

Palacios de princesas y aguas cristalinas

 

Algatocín es otro de los encantadores pueblos del Valle del Genal, de empinadas y sinuosas calles blancas, en las que además de su herencia morisca se descubren edificios dieciochescos con escudos heráldicos. Cuenta Algatocín con una leyenda, que relata que sobre el viejo palacio de la princesa Algotisa, hija del segundo rey moro de Ronda, se levantó en el siglo XVI la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, muy reconocible por la cerámica de la bóveda de su campanario. La ermita del Calvario es también de interés, sobre todo por la magnífica panorámica que ofrece desde su mirador.

 

Calle-típica-del-Valle-del-Genal

 

El río Genal deja a su paso, además de una rica flora, diferentes zonas de baño de aguas cristalinas, acondicionadas en los municipios que lo pueblan. Así, si en Algatocín encontramos el Charco Puente de San Juan, por donde la carretera MA-8305 cruza el río por el puente que le da nombre, en Jubrique están el Charco Azul y el Charco Esteban: el primero se adentra en Sierra Bermeja para dar nacimiento al arroyo El Quejigo y el segundo, compartido con Benalauría, lo cierto es que es de difícil acceso.

 

Rutas para todos los niveles

 

Otra cosa que comparten Algatocín y Jubrique -este último otro de los pueblos serranos que reparte sus casas bajas y encaladas por estrellas callejuelas adaptadas al terreno del valle-, es la Ruta del río Genal. Si se viaja con niños, es un itinerario ideal para hacer con ellos, puesto que sólo tiene cuatro kilómetros entre ida y vuelta  y ofrece unos bellos paisajes mientras sigue el curso del río, en el que durante el verano se pueden dar un chapuzón en las charcas antes citadas.

Dada la importancia de los senderos para conocer el Valle del Genal, es importante también mencionar la Ruta de las Pasarelas del Genal, entre Jubrique y Genalguacil, que forma parte de la Gran Senda de Málaga y comparte recorrido con la Gran Senda de la Serranía de Ronda (GR-141). Además, las etapas 4, 5 y 6 de esta se sitúan dentro del Bosque de Cobre. Si se sigue este bonito sendero se puede visitar Benarrabá, Benalauría, Alpandeire y Ronda.

 

Jubrique-senderos-de-bosque-y-flores

 

En las calles de Benarrabá destaca la curiosa fachada de Casa Lola del siglo XVIII, además de la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación y, especialmente, las fuentes cantarinas, que se pueden conocer gracias a una ruta que enlaza las fuentes de todo el pueblo con sus curiosos nombres: fuente del Lobo, Lavadero Municipal, fuente Mala, fuente El Chorruelo, fuente Fresca y fuente del Mañero.

Señalar también sobre el Charco de la Escribana, una zona de baño de fácil acceso que comparten Benarrabá y Genalguacil, y que está equipada con juegos infantiles y merenderos.

 

Encuentros del Arte

 

Precisamente Genalguacil y Gaucín cierran este recorrido por el Valle del Genal. La ubicación estratégica de este último de camino a Gibraltar le dotó de importancia, como refleja la existencia del Castillo del Águila. Además de monumentos como la iglesia de San Sebastián, el convento de las Carmelitas, algunas casas señoriales y la fuente de los Seis Caños. Curioso en Gaucín es el Mirador de El Asalto del Cura, debido a los muchos bandoleros que se escondían por la sierra.

 

Gaucín-bajo-el-Castillo-del-Aguila

 

Respecto a Genalguacil, destacar que es un “Pueblo Museo”. Cada dos años, desde 1994 y durante el mes de agosto se celebran los “Encuentros del Arte”, con el objetivo que artistas de cualquier tendencia u origen, intercambien sus ideas y se integren en la vida del pueblo durante su estancia. Lo que ha convertido a Genalguacil en un auténtico museo al aire libre, con numerosas obras expuestas en sus calles. Además de las que se encuentran en el Museo Municipal ó Museo de Arte Contemporáneo “Fernando Centeno López”, que también ofrece exposiciones temporales.

 

Genalguacil-es-un-pueblo-museo

 

Del pasado, la iglesia de San Pedro Mártir de Verona, barroca con reminiscencias mozárabes, es el más destacado de los edificios de este pueblo que como otros, desde sus miradores -estos denominados de Cretellina y de la Lomilla-, permite contemplar las bonitas vistas que el Valle del Genal siempre ofrece.