Cuando llega el otoño, Brihuega cambia el violeta de la lavanda por el intenso rojo del zumaque, ofreciendo un espectáculo natural único en la Alcarria.
Foto portada: cedida por Fernando Gutiérrez Ayuso
Esta villa amurallada, cargada de historia y patrimonio, se convierte en el destino perfecto para una escapada familiar en otoño, donde naturaleza, tradición y gastronomía se dan la mano.
El zumaque, el rojo que tiñe la Alcarria
El zumaque es una planta de origen oriental, de la familia del pistacho, que los árabes introdujeron en Brihuega hace siglos. De ella se aprovecha tanto el fruto, como la hoja y tallo, y ha sido utilizada en curtidos, en cocina y en medicina tradicional. Sus hojas, al tornarse rojizas y anaranjadas, llenan el paisaje de color, creando un entorno ideal para disfrutar de una jornada al aire libre en familia.
La conocida Ruta del Zumaque sigue la senda de La Vaca, un recorrido circular de unos 8 kilómetros que discurre entre colinas, olivares y campos aromáticos. De dificultad moderada y con una duración aproximada de dos horas, es perfecta para familias acostumbradas a caminar. El otoño es la mejor época para recorrerla y contemplar el espectáculo cromático de la naturaleza alcarreña.
Brihuega es mucho más que lavanda
Susana Rodríguez, concejala de Turismo de Brihuega, explica que “ la clave está en ofrecer otros atractivos durante el resto del año, no solo en la época de la lavanda”. Y el zumaque se ha convertido precisamente en ese hilo conductor que invita a descubrir Brihuega más allá de la lavanda.
Además del paisaje otoñal, Brihuega sorprende por su arquitectura tradicional, sus calles porticadas y su valioso patrimonio histórico. “Todo Brihuega estuvo amurallada, y aún se conservan las puertas de entrada y parte de la muralla original”, explica Susana mientras nos guía por el casco histórico.
Patrimonio con historias bajo cada piedra
El recorrido por la villa es una lección de historia viva. La Puerta de la Cadena o el Arco del Cozagón recuerdan su origen medieval, mientras que el Castillo de la Piedra Bermeja, restaurado en 2015, ofrece una de las vistas más impresionantes del valle. “Fue palacio residencial de los arzobispos de Toledo durante más de siete siglos”, señala Susana. Dentro del castillo aún se aprecian los contrastes entre las piedras originales y las zonas rehabilitadas, un testimonio de su pasado bélico y religioso.
No puede faltar una visita a la Iglesia de Santa María de la Peña, donde según la leyenda se apareció la Virgen a la princesa Elima, hija del último rey musulmán de Toledo. “La talla original está en el altar y se sigue venerando cada año durante las fiestas”, explica Susana con orgullo.
El color del zumaque y los paños de Brihuega
Brihuega fue también un importante centro textil, y su pasado industrial se entrelaza con la historia del zumaque. Esta planta, además de su valor paisajístico, se utilizaba para curtir pieles y teñir tejidos gracias a su alto contenido en taninos.
Una joya singular de este legado es la Real Fábrica de Paños de Fernando VI, hoy convertida en el hotel Castilla Termal Brihuega. En el siglo XVIII llegó a disponer de más de cien telares para producir paños en pleno Camino de la Lana, conectando la producción lanera con los mercados castellanos. Se construyó con planta circular para optimizar la ventilación y la luz natural, un diseño industrial muy avanzado para su época.
Este edificio histórico, declarado Bien de Interés Cultural, conserva aún los jardines románticos que se abrieron sobre las terrazas de secado original de las telas. Parte de esta herencia industrial forma parte del relato patrimonial del hotel: “ofrecemos recorridos por la fábrica y jardines para que los visitantes conozcan su evolución desde la industria textil hasta su transformación en hotel de lujo”, explican desde el establecimiento.
Así, el zumaque vuelve a estar presente no solo en los campos que rodean la villa, sino también en la memoria de su antiguo esplendor textil, como símbolo de la unión entre naturaleza, oficio y color.
Bajo tierra y entre fuentes: la vida cotidiana de Brihuega
Pero la historia de Brihuega no solo se cuenta en sus talleres y murallas. Bajo sus calles y entre sus plazas, el agua y la piedra han moldeado el carácter del pueblo. También es imprescindible asomarse a las cuevas árabes, situadas bajo el casco antiguo cerca de la plaza del Coso. Estas galerías subterráneas se usaron para almacenar aceite, vino y otros productos, y están habilitadas para visitas guiadas. En ellas se aprecian grandes tinajas, arcos visigodos y marcas de cantería antigua. La entrada cuesta aproximadamente 3 € y la gestión corre a cargo de los propietarios locales que ofrecen la visita de forma privada.
Las fuentes y lavaderos públicos de Brihuega también merecen un capítulo aparte. La Fuente de los Doce Caños fue tradicionalmente punto de encuentro para las mujeres del pueblo. En su diseño se combinaba el espacio para lavar en zonas separadas según el uso: lavar, aclarar y enjuagar. Hoy es un símbolo de memoria colectiva. Los lavaderos que la acompañan complemente el conjunto hidráulico, y se pueden visitar fácilmente en una caminata por el centro histórico.
Además, el Parque de María Cristina, con amplias zonas verdes y áreas de juego, es una excelente opción para que los niños se relajen después de recorrer el pueblo. Sus columpios y rincones sombreados dan un respiro entre visitas más intensas.
Una escapada pensada para familias
La experiencia no estaría completa sin disfrutar del ambiente local, de sus calles arboladas y de las vistas del valle del Tajuña desde los miradores. Brihuega invita a pasear con calma, detenerse en rincones con encanto y mirar hacia atrás para descubrir el contraste entre lo rural y lo urbano.
Si quieres profundizar en otros destinos familiares en la provincia de Guadalajara, te recomiendo nuestro artículo sobre Guadalajara como destino familiar, donde descubrirás castillos, rutas y espacios naturales que complementan perfectamente una estancia en la Alcarria.
Consejos prácticos para tu escapada
- Lleva calzado cómodo y ropa en capas: las mañanas pueden ser frescas y las tardes templadas.
- Consulta los horarios de las cuevas árabes antes de ir, porque su visita es limitada y gestionada localmente.
- Reserva el alojamiento con antelación, sobre todo si deseas dormir en el Castilla Termal Brihuega, donde el valor añadido es vivir parte de la historia local.
- Si viajas con niños, deja tiempos de juego libre en el parque y paseos suaves por fuentes y rincones recuperados.
Dónde dormir y dónde comer
Para disfrutar al máximo de la experiencia, la mejor opción para alojarse es el Castilla Termal Brihuega, antigua Real Fábrica de Paños reconvertida en hotel con encanto. Su localización, confort y valor patrimonial constituyen el complemento perfecto para una escapada otoñal en familia.
Para reponer fuerzas tras la ruta y las visitas, nosotros apostamos por el restaurante A la Finca en Villaviciosa de Tajuña. Su propuesta de cocina local, sin gluten y creativa es el broche ideal para redondear la jornada.







