Entre castillos de cuento, bosques infinitos y ciudades llenas de historia, Bohemia ofrece una ruta en coche ideal para descubrir Chequia en familia.
Viajar por Bohemia en familia es una experiencia que combina lo mejor de la naturaleza y la cultura centroeuropea. En pocos kilómetros, los paisajes cambian de montañosos a urbanos, los castillos aparecen tras cada curva y las ciudades seducen con plazas animadas, leyendas y sabores nuevos. Esta ruta circular por Bohemia Central, del Este y del Norte invita a recorrer Chequia con calma, haciendo paradas que alternan grandes bosques, con un patrimonio único y museos para los más pequeños.
Praga, punto de partida mágico
El viaje comienza en Praga, la puerta de entrada más habitual al país. Si llegáis en avión, lo ideal es pasar los tres primeros días disfrutando de la capital checa con los niños. Desde los puentes sobre el Moldava hasta el reloj astronómico o el Castillo, Praga es un auténtico parque temático para la imaginación. Los más pequeños disfrutan buscando las figuras que se mueven cada hora en el reloj del Ayuntamiento o subiendo al funicular de Petřín para ver la ciudad desde las alturas.
Con la Prague Visitor Pass puedes descubrir cómo aprovechar al máximo la estancia con acceso a museos, monumentos y transporte público.
Tras disfrutar de la capital, llega el momento de recoger el coche de alquiler. La ventaja de Chequia es que las distancias son cortas y las carreteras excelentes. Así que, cinturones puestos, comienza la aventura por una de las zonas más bellas del país.
Primer día: de Praga a Kutná Hora y Pardubice
La primera parada está a solo una hora de camino: Kutná Hora, una joya gótica que parece salida de un cuento. Aquí os espera uno de los lugares más curiosos del país, el Osario de Sedlec, una pequeña capilla decorada con huesos humanos que fascina y sobrecoge a partes iguales. Muy cerca se encuentra la iglesia de la Asunción de Nuestra Señora y San Juan Bautista y, en el centro, la impresionante iglesia de Santa Bárbara, patrona de los mineros, cuyos techos y vidrieras son pura fantasía.
Entre sus museos para toda la familia destaca la bajada a la mina en el Museo de la Plata Checa, la posibilidad de imprimir su propia postal en el Museo de la Impresión de libros, y el más dulce de todos, el museo del chocolate. Tras la visita, podéis reponer fuerzas con un almuerzo típico en alguna de sus tabernas antes de continuar hacia Pardubice, a menos de una hora de distancia.
En Pardubice el ritmo baja. La ciudad está atravesada por el río Elba y conserva el encanto tranquilo de las urbes checas de tamaño medio. Pasear por su casco antiguo es un placer para toda la familia, presidido por el Castillo de Pernštejn, que alberga el Museo de Bohemia Oriental. Los niños se divierten recorriendo sus murallas, acompañados de pavos reales. Junto al castillo se encuentra la Puerta Verde y su torre de 60 metros que ofrece unas vistas únicas de la ciudad. Los jóvenes podrán mostrar su heroísmo resolviendo el misterio del Escape Room Secrets of the Green Gate y los más pequeños también pueden ser escribas o constructores en el Rincón del Pequeño Cronista.
Segundo día: caballos, pan de jengibre y música
En Pardubice pronto se entiende por qué esta ciudad es sinónimo de caballos. Aquí se encuentran las Caballerizas Reales de Kladruby nad Labem, donde aún se crían los elegantes caballos blancos de Kladruby. Son visitables, e incluso se puede aprender a montar a caballo o conducir un carruaje. En una visita rápida, ver las carrozas y trineos históricos tirados por caballos suponen una experiencia muy recomendable para niños amantes de los animales. En su hipódromo se celebra la carrera de obstáculos más antigua de Europa, la Gran Steeplechase, que atrae cada año a miles de espectadores.
Y no hay que marcharse sin probar el famoso pan de jengibre de Pardubice, elaborado desde el siglo XIV con la misma receta. En el Museo del Pan de Jengibre se pueden decorar figuras dulces y conocer la historia de esta tradición que encanta a los más pequeños.
Desde aquí la ruta ofrece dos alternativas según el ritmo familiar. Una es visitar Hradec Králové, apenas a 25 minutos, donde la arquitectura, la música y el arte se combinan en una ciudad apacible conocida como el “Salón de la República”. En verano, las calles se llenan de festivales de jazz y conciertos al aire libre.
Otra opción es continuar hasta Litomyšl, a 50 kilómetros, famosa por su castillo renacentista Patrimonio Mundial, los jardines del convento y el encantador Museo de Muñecas, un paraíso para los peques y los nostálgicos con casas de muñecas y juguetes históricos.
Tercer día: rumbo al norte, hacia el Paraíso de Bohemia
Tras la dosis de cultura, llega el momento de sumergirse en la naturaleza checa. A poco más de una hora en coche de Hradec Králové se encuentra Turnov, puerta de entrada al Paraíso de Bohemia (Český ráj), el primer geoparque declarado por la UNESCO en el país. Este entorno es un auténtico parque de aventuras natural para familias, con rutas señalizadas, miradores, ciudades de roca y profundos bosques con miradores únicos.
Uno de sus emblemas es el castillo de Trosky, con dos torres que se alzan como guardianas del paisaje. Desde Turnov también se puede visitar el castillo de Hrubá Skála donde las familias pueden disfrutar de un banquete medieval o hacer una excursión por el Valle de los Granates, donde se extrae la piedra semipreciosa típica de Chequia.
Cuarto día: Liberec, diversión en el norte
La siguiente parada, Liberec, es la capital del norte de Bohemia y una de las ciudades más familiares del país. Aquí todo invita a quedarse al menos dos noches. Los niños disfrutarán especialmente en el centro científico iQLandia, con planetario y experimentos interactivos, o en el zoológico de Liberec, el más antiguo de Chequia.
El Ayuntamiento de Liberec es una de las joyas arquitectónicas de la ciudad, y en su sótano se encuentra el restaurante Radniční Sklípek, perfecto para probar platos típicos checos. Si sois una familia curiosa, no dejéis de visitar el Museo del Norte de Bohemia, con exposiciones sobre el famoso cristal checo.
En el horizonte destaca el monte Ještěd, coronado por una torre futurista que combina mirador, hotel y restaurante. Se puede subir en teleférico o a pie por senderos bien señalizados, y las vistas desde arriba son el mejor premio. En invierno, la zona se convierte en estación de esquí y, en verano, es ideal para hacer rutas de montaña en familia.
Quinto día: el Valle del Cristal, magia y artesanía
A pocos kilómetros de Liberec se encuentra un lugar fascinante: el Valle del Cristal. Entre pueblos rodeados de montañas se esconden talleres artesanales donde aún se sopla el cristal de Bohemia siguiendo técnicas centenarias.
Muchas fábricas ofrecen visitas guiadas y talleres donde los niños pueden crear su propia pieza de cristal, una experiencia única para recordar el viaje, o llevarse a casa una de las delicadas decoraciones navideñas nacidas en las laderas de las Montañas Gigantes.
Sexto día: Děčín y el Parque Nacional de la Suiza Checa
Desde Liberec, la ruta continúa hacia Děčín, una ciudad con un hermoso castillo junto al río Elba y un entorno natural espectacular. Muy cerca se extiende el Parque Nacional de la Suiza Checa (České Švýcarsko), uno de los espacios más bellos de Europa. Aquí los protagonistas son las formaciones de arenisca, los desfiladeros y los senderos que atraviesan bosques de cuento. Cada paseo puede convertirse en una aventura gracias a los QR que plantean a los niños juegos y preguntas en realidad aumentada.
Una de las rutas más recomendables para recorrer este mundo de torres, puentes y puertas rocosas es el Sendero de Gabriela (Gabrielina stezka) que conecta la aldea de Mezní Louka con la impresionante Puerta de Pravčice (Pravčická brána), el arco de piedra natural más grande del continente. Es una excursión sencilla, de unas dos horas, ideal para hacer con niños y disfrutar de un pícnic en plena naturaleza. No es casualidad que esta región inspirara escenarios de películas como “Las Crónicas de Narnia”.
Séptimo día: regreso a Praga con paradas termales y medievales
El viaje de vuelta hacia Praga ofrece dos últimas joyas. La primera es Teplice, la ciudad balneario desde hace siglos, donde reyes y compositores como Chopin o Beethoven vinieron a descansar.
La siguiente parada es Litoměřice, una de las ciudades más bonitas de Bohemia del Norte. Su casco antiguo, en la confluencia de los ríos Elba y Ohře, tiene un centro histórico con edificios góticos, barrocos y renacentistas que conforman calles y plazas coloridas. Es un cierre perfecto para una ruta que combina historia, naturaleza y diversión en familia.
De regreso a Praga, podéis devolver el coche y aprovechar para seguir explorando la capital o planear vuestra próxima escapada por el país, ya sea Bohemia del Oeste, Bohemia del Sur o Moravia. Cada región tiene su propio carácter y ofrece nuevas aventuras para disfrutar con los niños, no dejéis de consultar todas las Rutas en coche por Chequia que ofrece la web oficial de Turismo de Chequia.. En nuestro artículo sobre ocho planes originales en Chequia para disfrutar en familia encontrarás inspiración para seguir descubriendo el país desde otro punto de vista.














